Túnez: Sur Extremo

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Un nuevo viaje a Túnez, una auténtica aventura en el Gran Erg Oriental, donde Ángel y Ana, Fernando y Tatane y Santiago y Arantxa demostraron su valor y habilidad para efrentarse a obstáculos y situaciones que para muchos no entran ni en sus sueños.

ruta

1. Túnez – Tataouine – Borj el Khadra
2. Borj el Khadra – El Borma
3. El Borma – Dunas de Tembain
4. Tembain – Douz

Este viaje, tenía varias metas principales: comprobar qué tal era el recorrido de Borj el Khadra a El Borma de sur a norte y ¡por fin! llegar a Tembain. Ya veremos lo que paso…

El viaje se inició cuando Angel-Ana y Santiago-Arantxa salimos del puerto de Marsella el sábado a las 11:30, para llegar a Túnez el domingo a las 08:30. Por otro lado, y una día antes, Fernando y Tatane tuvieron el enorme valor de salir sólos hacia Argeli, tomando el barco en Alicante.

El barco que nos llevó de Marsella a Túnez era de la compañía francesa SNCM, y para no variar, la tripulación era nefasta, tanto en sus modales como en su eficiencia, hasta tal punto que a la vuelta tuvimos que poner una reclamación. Sin duda, será la última vez que hagamos el viaje saliendo de Marsella (billete para dos personas, con coche, ida en camarote exterior y vuelta en interior. Precio: 1000€)

La experiencia de Fernando y Tatane fue mucho mejor, aunque no exenta de un cierto temor ante lo desconocido, temor que por otra parte fue infundado ya que toda su estancia en Argelia, recorriendo el norte para entrar en Túnez cerca de Nefta, transcurrió sin un sólo percance y con el total apoyo de las autoridades y los ciudadanos, que estaban sorprendidos de ver a un turista. Ya lo tenemos claro, en nuestro próximo viaje a Marruecos, utilizaremos la ruta de Argelia.

Antes de llegar a Tataouine (quizá el día anterior) es conveniente llamar a Monsieur Ali Bechir, al Sindicat de Initative (Tfno: +216 75 850 686, +216 98 438 333 (móvil), +216 75 850 850), para comprobar que tiene listas las autorizaciones y que no nos haga esperar. En nuestro caso, no conseguimos hablar con él hasta el mismo día que llegamos a Tataouine, y tuvimo que esperar más de una hora porque decía que no había recibido nuestra solicitud (hasta que por fin, la encontró).

Dormimos en:
Sangho Privilege Hotel ***
Carretera de Chenini. Tataouine
Tfno: (+216) 75860124. Fax: (+216) 75862177
Precio : 75 € con media pensión

Antes de salir de Tataouine, hicimos 10 fotocopias de la autorización (mejor hacer 14 porque al final nos quedamos cortos). Desde allí, y tomamos la carretera hacia el S, pasando por Remada (gasolinera), donde aprovecharemos para repostar. Desde Remada, y tras pasar el primer control que está en el cuartel, comienza la pista que nos lleva por Lorzot y Tiaret. Tiaret es el último punto en el que podremos repostar hasta llegar a Borj el Khadra. La primera parte de la pista es ancha y tiene algunos baches, pero a partir de Tiaret se hace muy pesada, por la gran cantidad de «tole ondulé» que deja los amortiguadores hechos papilla y los riñones, al jerez.

Tras el WP TB-8, podemos buscar un desvío a un pequeño Chott en el que se pueden encontrar rosas del desierto (nosotros no tuvimos tiempo de probar en este viaje)

Al llegar a Borj el Khadra, nos recibió muy amable, como siempre, nuestro amigo Dahou, que regenta la cafetería/albergue más recóndita de Túnez. Dahou es un personaje peculiar, que está siempre encantado de recibir a visitantes. Allí, tras el edificio de Dahou, montamos nuestras tiendas, y cenamos rodeados de mosquitos que nos comieron vivos.

Por la mañana temprano, salimos de Borj el Khadra hacia el Norte y encontramos los primeros cordones de dunas, que nos acompañarán durante unos 100 km. Sin duda, atravesarlos de sur a norte es «pan comido» comparado con los problemas que tuvimos hace dos años cuando hicimos este mismo recorrido al revés.

Pasadas estas dunas, y tras el control del pozo petrolífero de “Ech Chouech”, llegamos a una llanura muy arenosa, en la que encontraremos un surtidor de agua caliente. Un verdadero oasis, después de un día entero en el desierto. Esta pequeña piscina nos sirvió para refrescarnos y lavarnos, y no lejos de ella montamos el campamento, en una preciosa noche.

A partir de aquí, el camino, aunque con mucha arena, es más sencillo y se transforma en una pista que nos lleva hasta el Borma. Tras repostar en el Borma, seguimos dirección NE por la pista del oleoducto (muy importante repostar aquí y llenar al menos dos jerrys por coche). En el control, un militar muy simpático nos sorprendió entregándonos bocadillos y botellas de agua.

Como el viaje iba bastante bien (con la salvedad de que a Ángel se le habían roto los dos jerrycans de plástico y había tenido un seria pelea con la baca de su coche), decidimos tomar la ruta opcional y llegar a Tembain atravesando las dunas (un erg de 55 km de ancho). Unos kilómetros antes del control del Kamour (BBT1) encontramos una pista hacia el O, que nos llevaba al antiguo fuerte de “Bir Aouine”, en el que actualmente hay un control y un aeródromo. Los militares, muy sorprendidos de nuestra intención de cruzar las dunas, nos advirtieron del riesgo y nos despidieron.

Por fin, se levantaba ante nosotros un impresionante cordón formado de pequeñas dunas, que una sobre otra se hacían dificilmente franqueables, tras bajar las presiones y familiarizarnos con el terreno, conseguimos atravesar el primer cordón, haciendo por el otro lado una impresionante bajada por la pendiente de arena. Después del esfuerzo y la emoción, decidimos acampar. Con el descenso que habíamos hecho, lo teníamos claro, ya no había vuelta atrás.

Comenzaba un nuevo día, y nos pusimos en marcha, una y otra vez, dunas que parecían imposibles se interponían en nuestro camino, y elegir el paso «menos malo», era complicado y muchas veces nos obligaba a bordear cada cordón buscando una zona con algo de vegetación entre la arena. Nos íbamos turnando en el papel de guía, y la situación se ponía tensa en algunos momentos…

Por fin, ya hartos de dunas y con arena hasta en los ojos, descubrimos Tembain en la lejanía. Nosotros, que esperábamos un centro turístico con al menos un café y un lugar de acampada, nos quedamos sorprendidos, cuando sólo encontramos un enorme montículo rocoso, cuya única animación eran unos camellos pastando. Santiago, decidió ir a Bir Tembain, donde tan sólo encontró un pozo y un pastor de camellos, mientras, el resto descansaban admirando el reseco valle de Tembain desde el monte.

Con la satisfacción del objetivo cumplido, pero ya bastante cansados de dunas infinitas, buscábamos afanosamente una pista ancha y marcada que nos llevara sin muchas dificultades hacia el norte, era algo que esperábamos encontrar, teniendo en cuenta que múltiples taxis y excrusionistas iban a Tembain desde Douz. Rastreábamos el terreno, pero al llegar frente a un gran cordón de dunas, la pista se perdía y nuestras esperanzas de una vuelta fácil, también.

Quizá la pista bordeaba por el este, hacia allí nos dirigimos, esperando cruzarla, pero nos alejábamos cada vez más de la ruta prevista, los depósitos de Ángel y Santiago estaban a punto de entrar en reserva, y sólo disponíamos en total de dos jerrys para los tres coches. Nos empezamos a preocupar en silencio (como siempre), y con sangre fría decidimos que la única solución era tirar de frente contra las dunas y atravesarlas como fuera.

Mientras subíamos, con Fernando a la cabeza, cada uno pensaba cómo organizar la búsqueda de combustible en caso de que alguno de los coches no pudiera seguir. Por fin, llegamos arriba de las dunas, del tirón, sin un sólo tropiezo, y es que «el hambre agudiza el ingenio», y desde allí, fuimos descendiendo con cuidado, hasta que vimos no muy lejos, acampados entre las dunas varios coches.

Era nuestra única esperanza, que los desconocidos viajeros nos pudieran dar algo de combustible. Hacia allí se dirigieron Ángel y Santiago, para descubrir que nuestros salvadores eran un grupo de aventureros alemanes, que si bien al principio eran bastante reacios, finalmente aceptaron vendernos un jerry de gasoil (a 1 € el litro). Por fin, y aunque nuestro déficit de combustible era más psicológico que real, pudimos llenar todos los depósitos y seguir tranquilos y confiados hacia Douz.

Desde aquí, la vuelta fue muy sencilla, pero larga, atravesando arenosas y polvorientas pistas que cruzaban un Parque Natural, y llegaban a la pista que va de Douz a Ksar Ghillane.

¡La aventura había terminado!

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