Objetivo: El Gran Sur

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Madrid-Algeciras-Ceuta-Kenitra. 917 kilómetros

PEGATA 2012Salimos de la gasolinera de Valdemoro, Luis, Alberto y nosotros y como venimos haciendo los últimos nueve años la foto con el toro de Osborne que no falte. Nos esperan una montonera de kilómetros hasta llegar a Kenitra.

Tras una parada en un área de descanso para tomar algo continuamos camino. Nuestra intención es tomar el ferry de las cinco. Llegamos perfectos de tiempo, pero los dos días antes a nuestra partida ha soplado viento fuerte en el estrecho, por lo que solo los catamaranes grandes salen a la mar, resultado, que llevamos una hora de retraso. En la zona de embarque nos reunimos con Santiago y Adolfo. La travesía agradable teniendo en cuenta que pensábamos podría haber bastante mar. La frontera la pasamos en quince minutos y dirección Kenitra. Sobre las 9,30 pm llegamos al hotel donde el grupo se reúne al completo con los dos defender y su tropa. Pi, Kangu, Pedro, Jose Luis y Beatriz. Cenamos (por decir algo) y a la cama que mañana tenemos otros 900 kilómetros de camino por hacer.

Kenitra-TanTan-Ksar Tafnidilt. 857 kilómetros

Tempranito tocan diana y tras desayunar nos ponemos en marcha. Autopista y mas autopista, con las paradas de rigor de comprar pan, repostar o tomar una cerveza. Los chicos de «La Perla Negra» (así hemos bautizado al defender negro)han comprado una paletilla y cada vez que paramos «tocamos un rato el violín» y que rica está. Ya está terminada la autopista hasta Agadir, una gozada. Luego por carretera a Tiznit, Buizakarne, Guelmin y por fin a Tafnidilt ya de noche (en Marruecos son dos horas menos que España). Encendemos la batería de focos y por un arenero nos encaminamos al Ksar. Llegamos a buena hora, tras una ducha a cenar. Nos están poniendo los platos y Luisen que llega en ese momento nos cuenta que uno de los perros (concretamente una perra) del Ksar se le ha tirado y le ha mordido, no le ha hecho sangre, pero le ha dejado marcas en el antebrazo. Hablamos con la señora francesa del ksar, pero no entiende o no quiere entender, encierra al perro y explica que la perra tiene cachorros, bla, bla, bla, típico francés. Como no ha pasado nada grave Luis lo deja correr.

Nos vamos a descansar que mañana afortunadamente es la última etapa de bajada con otros casi 900 kilómetros de recorrido, la mayor parte por carretera, aunque ya tocaremos algo de campo.

Tafnidilt-Dakhla. 840 kilómetros

Un buen desayuno y carretera. Para abrir boca un primer control de los diez o doce que tendremos a lo largo del día. Primer tropiezo de un día plagado de ellos nos hemos saltado un stop (la verdad es que no lo hemos visto situado en una rotonda) a la salida de Tan Tan y a tres coches nos ponen la multa y lo que es peor más de media hora parados, la espera me deja tiempo para ver que el Toy nos tira gasoil por algún sitio, miro y remiro pero no encontramos de donde puede salir.

Continuamos camino dejando a nuestra derecha la laguna de Foum Agouthir y las salinas de Tarza, que con una extensión de 6.000 hectáreas producen más de 20.000 toneladas anuales de sal.

Tenemos varias opciones de ruta, una de ellas es visitar Tarfaya y el ferry varado Assalama, pero no vamos sobrados de tiempo, así que optamos por hacer la segunda opción que es circular por la playa hasta las inmediaciones de Laayoune, de modo que a la altura de Tah hacemos un ángulo recto hacia el oeste buscando la playa. En principio una pista nos lleva por los puntos pero pronto las roderas desaparecen y empezamos a sortear pequeñas dunas rodeadas de piedras como cuchillos, lo de sortear es un decir, en la primera lengua de arena que ni siquiera tiene categoría de duna nos quedamos y nos tienen que dar el tirón, seguimos avanzando y a los pocos minutos una nueva parada. Los jerrys del Defe de Jose se están saliendo y le han puesto el coche perdido de gasoil, mientras limpian y recolocan el coche Kangu me dice que he pinchado, pero no es un pinchazo es una raja de tres centímetros en el flanco de mi Maxxis nuevecita y esta para tirar, mala suerte. Tras cambiar la rueda proseguimos y ya tenemos a la vista la playa cuando Alberto nos dice que el también ha reventado, una raja igual que la mía, cambiamos la rueda, pero el air jack también se produce un corte. Tiene guasa la cosa, en menos de 19 kilómetros hemos tenido más problemas que en todos nuestros viajes anteriores juntos y el día no ha terminado.

Salimos a la playa y circulamos por ella. El retraso de la multa y de los pinchazos ha tenido su parte positiva, tanto retraso ha hecho que lleguemos justo en la baja mar, lo que nos permite circular por esa playa durante unos cincuenta kilómetros. Es más cómoda que playa blanca pues si te sorprende la subida de la marea tienes escapes por todas partes. A la altura de un barco hundido muy deteriorado y partido por la mitad paramos para filmar a nuestros compañeros, avisamos por la emisora que la cámara estará en el suelo y se trata de pasar sobre ella, paa Pi y perfecto, pero Luisen no lo escucha, pues su emisora no esta funcionando correctamente, de modo que no toma nota del tema y la pasa con sus dos ruedas por encima con absoluta elegancia. Nuestra Go Pro nuevecita hará compañía a nuestra rueda también nuevecita y a los euros de la multa en el panteón de los muertos. Tenemos que buscar un sitio donde montar nuestra sexta rueda y ver si hay alguna posibilidad de reparar nuestros flancos. En Boujdor encontramos un taller que nos monta la sexta rueda, pero dice que las rajas que tenemos en las otras ruedas son irreparables, compramos una cámara por si más adelante nos puede resultar de utilidad. El air jack tampoco tiene arreglo con los medios de este taller por lo que continuamos por carretera hacia Dakhla.

Anochece y está claro que no llegaremos al hotel hasta pasada la media noche por lo que hacemos un alto en el camino y cenamos algo de nuestras provisiones. En marcha un camionero hace que volvamos a la aventura de las carreteras marroquís, trata de adelantarnos una y otra vez, en una carretera que apenas cabe el coche estábamos cansados pero Vladimir a bordo de su Kamaz (así bautizamos al camionero asesino) hace que nos despertemos y estemos bien atentos, por fin llegando a Dakhla nos adelanta a todos.

Son algo más de las 12 pm cuando llegamos al hotel, los percances y los controles policiales han sido una pesadilla todo el día, pero circular por esa playa nos ha compensado a todos la jornada.

Dakhla -Pistas del Dakar. 369 kilómetros

Ya estamos en marcha, ni que decir tiene que todos los controles policiales que pasamos a la venida hay que pasarlos de nuevo a la ida , no basta con dar la dichosa hojita con todo los datos habidos y por haber, hay que explicárselo todo una y otra vez: profesión, número de entrada en Marruecos, matrícula, nombre, etc, etc, muy pesado. He imprimido veinte hojas y ya se me están agotando. Enseguida nos salimos de la carretera para iniciar nuestra subida por el Sahara Occidental, seguimos los puntos y llegamos al muro, lo seguimos en paralelo, hasta que encontramos el hueco para pasar al otro lado. En la zona de pequeñas montañas tenemos que tirar de imaginación pues un cortado se sucede a otro, pero buscar los pasos es muy entretenido. En el último paso, damos con una bajada con arena y alguna piedra, que hace que nuestro tubo de escape quede algo abollado después de un restregón.

Comemos y circulamos a toda prisa por esa hamada interminable jalonada por las balizas del Paris-Dakar. El viento es prácticamente lateral y eso evita que comamos polvo pero hoy es el día de la barbacoa y parece que lo vamos a tener difícil. Encontramos un gran rebaño de dromedarios, paramos para dar alguna cosilla a los pastores y a pocos kilómetros un destacamento de militares en sus tiendas, pasamos de largo tranquilamente y un poco más adelante paramos a comer algo a la sombra de unas acacias.

La tarde es un circular muy rapidito por estas pistas tan entretenidas. Hay muy poca tolee ondule, lo que anima a conducir muy rápido, algunos rozan los 140 km hora, que se me hace demasiado correr y mas por esas latitudes en las que no te cruzas con prácticamente ningún ser humano y menos aún con vehículos, pero es que es difícil resistirse a la tentación de ir deprisa.

Llega el atardecer e intentamos buscar algún refugio para hacer la barbacoa pero es inútil, estamos en una llanura inmensa sin ninguna elevación natural y el viento esta soplando con fuerza, el piso es de arena y tenemos que ponernos hasta las gafas de ventisca de la polvareda que está montada por lo que abortamos la barbacoa. Montamos el campamento haciendo un circulo con los coches y en su interior cenamos relativamente protegidos del viento. No tardamos mucho en acostarnos pues se nota que llevamos muchos kilómetros a las espaldas y estamos cansados.

Pistas del Dakar- Smara – Chababiyine. 428 kilómetros

A pesar del viento que zarandea las tiendas y de los potentes ronquidos de algunos (no daremos nombres) hemos dormido como lirones. Solo con la insistencia de abrir y cerrar las cremalleras de su tienda nuestro amigo Pedro logra despertarnos.

Un desayuno en condiciones, mientras un sol espectacular sale a velocidad de vértigo por el horizonte y en marcha. Mas kilómetros de pura y dura soledad, que es la constante de estos dos días en los que el desierto hace que te sientas muy pequeño y muy frágil. El piso cambiante pero siempre rápido invita una vez más a la velocidad. Una parada para un tente en pie y repostamos de los jerrys. Seguimos avanzando y filmando a los coches rodar en batería a «todo trapo».

Hemos llegado a la carretera que nos llevara a Smara, cuando llegamos a la gasolinera nuestro coche tan solo tiene autonomía para unos 20 kilómetros más. Nuestros cálculos han sido demasiado justos. Llenamos en Smara deposito y jerry unos cien litros de gasoil. En estas Santiago nos hace un stripttease, al subir a poner gasoil en sus jerrys (los lleva en la baca) se engancha con algo rasgándose el pantalón, en ese momento descubrimos que gasta un bóxer de color azul. Por nuestra parte, descubrimos que la rueda delantera izquierda tiene una holgura que venimos notando en el volante(nos cuesta mantener en carretera el coche recto), el veredicto es que tenemos una rótula de dirección tocada. En este viaje ya hemos hecho «línea esperemos no hacer bingo». Compramos pan para comer y tiramos por la antigua carretera española que a estas alturas de su vida está peor que las pista que corren paralelas a ella.

La Gaat Chababiyine esta inmensa con el piso como una piel cuarteada por el paso de los años, un espectáculo de la dureza de estas tierras. Circulamos rápido hasta que descubrimos que en algunos lugares hay auténticos pozos, (parecen drenajes naturales del lago) que casi no se ven hasta que estas encima de ellos, si metes la rueda en uno de ellos adiós coche, porque lo revientas a la velocidad que vayas, (es como meter la rueda en una alcantarilla sin tapa) evidentemente tomamos nuestras precauciones, aunque no por ello dejamos de disfrutar del lugar que es impresionante.

Santiago pincha, esta vez es en la banda de rodadura, cambian la rueda y la piedra se queda dentro de la rueda. Adolfo quiere conservarla de recuerdo cuando la saquen al arreglar el pinchazo.

Atardece y estamos ya buscando un lugar donde dormir pero la pista o mejor dicho la ausencia de pista nos complica la vida, unos van por un lado intentando buscar soluciones y otros por otro con la misma intención. Luisen da con unas roderas que nos valen, lo tenemos enfrente pero tenemos que atrochar primero por un oued en el que tenemos que hacer trial y después escalar una montaña con unas piedras monumentales, pero por fin nos reunimos en el punto. Un poco más adelante encontramos un sitio perfecto para acampar y para hacer la barbacoa.

Montamos el campamento y hacemos el fuego. Jose y Pedro con la colaboración del resto de «pinches» nos preparan una parrillada increíble, que disfrutamos a tope. La regamos con unos riberitas del Duero que se dejan beber. Finalizada la cena nos jugamos una partidita de mus, nos buscamos dos «membrillos»(Jose y Pedro) y Alberto y un servidor les aplicamos un severo correctivo, nos vamos a la cama «tan contentos» que mañana será otro día.

Chababiyine-Tata. 453 kilómetros

Lo primero desayunar y recoger los bártulos que hemos dejado diseminados la noche anterior por el campamento y andando. No hemos rodado ni dos kilómetros y Alberto de nuevo que raja un flanco de una de sus Maxxis, se ha lucido el fabricante de esta marca quitando dos lonas (antes 8 ahora 6 lonas) a sus cubiertas. Eso si, te cobra como si llevasen 8. Ya llevamos tres ruedas absolutamente nuevas rajadas, curiosamente por el mismo sitio, estas cubiertas han pasado de ser indestructibles y toda una referencia, a ser una fuente de problemas y absolutamente desaconsejables para la práctica del T/T.

El terreno poco a poco se va volviendo más abrupto, las pistas son buenas aunque con bastante piedra, circulamos por valles inmensos escoltados por la cordillera del Jbel Rich, algunas de estas montañas dejan correr la arena por sus laderas. Dejamos atrás algún oasis según acompañamos paralelos el curso del Draa. En un pueblito compramos unos huevos, tomates, manzanas y plátanos y en un oasis nos preparamos unos huevos fritos que acompañados de un poco de jamón pasado por el aceite bien caliente de los huevos nos saben a gloria.

Santiago intenta socorrer a un hombre mayor, que tiene un problema de salud, pero nuestros medios son escasos, de modo que hace lo que puede y continuamos camino.

El paisaje montañoso después de dos días de llanura es todo un alivio, aunque sean montañas desgastadas por la erosión. Por fin llegamos a buena hora a Tata. Mientras el grupo se aposenta en el hotel, Santiago, Alberto y yo buscamos un taller donde reparar las ruedas. Lo encontramos, pero es muy rudimentario y desllantar las Maxxis le lleva un buen rato al tipo que maneja un artefacto que amenaza con partir las piernas del que se acerque si se descuida. Con paciencia lo logra. Pone un parche pegado por el interior, luego un trozo de cámara y por último una cámara. Cuando hincha la rueda, el chichón que sale no es nada tranquilizador, está claro que esa reparación no vale nada más que para circular a 10 km/hora como mucho, eso si no revienta con el peso del coche. Luego le viene el turno a Santiago, desllanta su rueda y cuando saca la piedra de dentro de la cubierta (que esta partida), nadie nos lo creemos. Es un pedrusco bestial, os pongo la foto a la izquierda porque si no lo veis me tacharíais de exagerado.

Intentamos reparar el air jack pero no hay pegamento en el mundo (al menos en el mundo marroquí) capaz de pegar ese plástico.

Nos vamos al hotel, duchita, nos ponemos de guapos y nos comemos el pollo más duro que he comido en mi vida, ahora entiendo la frase «más duro que una gallina vieja» Es como el cemento, lo único bueno de la cena son las aceitunas que nos ponen de guarnición. Una vez más a la cama que el cansancio aprieta.

Tata-Zagora-Jebel Bani. 376 kilómetros

Tras un desayuno típico de Le Relais des Sables, es decir malo, llenamos depósitos de combustible, compramos pan y unos deliciosos bollos en el pueblo a un precio que daban ganas de comprar el local entero.

Las pistas pedregosas le dan relevo a auténticos areneros, vadeamos el río que en el 2010 nos causo problemas y en esta ocasión pues lo mismo, nos cuesta encontrar pista y nos toca «atrochar» en algunas zonas de bolos como melones, pero la encontramos. Circulamos por un desfiladero con unas paredes más que curiosas, parecen (aunque no lo son) hechas por la mano del hombre pues es como si entre las piedras hubiese argamasa. Desembocamos en el Iriki, que afortunadamente para nosotros está seco a pesar de que este año Marruecos lo hemos encontrado más verde y sus ríos con más agua. que de costumbre. Nos metemos en zona de dunas y se producen los atascos de rigor, en esta ocasión todos prueban lo que es ser rescatados excepto nosotros que ya teníamos bastante con la humillación del primer día. Nos divertimos a más y mejor y de nuevo salimos al lago buscando la entrada al Jbel Bani que queremos atravesar.

Estamos a unos cientos de metros de la pista que da entrada al Jbel cuando vemos a unos moteros, están tirados, el cardan de una de las BMW que llevan ha entregado el alma, han llamado por teléfono a Zagora y están esperando que vengan a por ellos, solo quieren un poco de agua que les damos. Les deseamos suerte y seguimos pues vamos muy justitos de tiempo. Empezamos a trepar y ya la pista, por llamarla de alguna manera nos enseña los dientes, está claro que será complicado.

Comienza a anochecer. Pasamos por delante de unos lugareños que no solo nos miran como si estuviésemos locos, es que además nos dicen que por ahí no se pasa, y menos de noche, claro que no les hacemos caso y continuamos. El terreno se está complicando de mala manera, ha pasado una hora desde que iniciamos el recorrido y hemos hecho solo siete kilómetros, es de noche por todo el mundo y es casi imposible saber por dónde vamos. Tras un paso más que complicado en que todos tocamos con los bajos en los «pedrolos» otro lugareño nos dice que de día es complicado pero que de noche lo tenemos crudo. Damos media vuelta, el Bani nos ha vencido por segunda vez.

Ahora nos arrepentimos de no haber hecho caso a los primeros lugareños hemos tardado dos horas en recorrer 14 kilómetros y la verdad es que estamos cansados de la dureza del jbel. Salimos de nuevo a la pista y a la altura del oasis sagrado nos encontramos con los mecánicos que vienen de Zagora para ayudar a los moteros. Nos preguntan si los hemos visto y les damos indicaciones de que los tienen muy cerca aunque llevan sus coordenadas en su GPS. La confirmación de que están cerca les llena de alegría.

Como llegaremos tarde al hotel y no nos darán de cenar, tiramos de lo nuestro, justo en la intersección que nos habría traído del Bani, caso de haber logrado atravesarlo. Continuamos por una pista inacabable a Tagounite y de ahí a Zagora, un año más somos, con otro par de coches, los únicos huéspedes del hotel. La ducha y la cama se agradecen como la paz del guerrero.

Zagora-Tinehir. 204 kilómetros

Un buen desayuno en el Reda y visita de rigor a Mohamed «El gordito». Los Defes tiene que pasar «su revisión», uno tiene un soporte doblado y el otro la barra de la dirección también doblada, nada que un par de golpes certeros de maceta no puedan solucionar. Limpiamos filtros, ponemos gasoil, compramos algún recuerdo y en marcha. Tomamos pista que esta bordeada de plantaciones de sandias, algunas ya tienen un buen tamaño.

Nos vamos adentrando en un terreno cada vez mas montañoso y las vistas ya son increíbles. Encontramos primero el paso entre el Jbel Rhart para luego atravesar el Jbel Sarhro, magnifico con alturas de más de 2.000 metros y cientos de revueltas que van ganando altura sin descanso. Pueden verse neveros y de hecho pisamos algo de nieve. La pista es muy pedregosa y el avance es lento, es como una trialera de decenas de kilómetros, nos tiramos toda la mañana y parte de la tarde subiendo montañas y bajando a los valles, cada uno más espectacular que el anterior. Por fin atravesamos el puerto de Tizi Tazaret y llegamos al hotel de Tinerhir. Somos sus únicos huéspedes, de hecho nos piden que cenemos lo antes posible para poder prescindir del personal cuanto antes, de modo que tras un buen aseo personal cenamos sobre las 8,15 pm. La cena no está mal y cuando terminamos nos damos un largo paseo por la calle principal de la ciudad y nos tomamos un té a la menta en un local que esta abierto a esas horas y que nos da un buen sablazo.

Tinerhir- lagos Tisli- Isli. 192 kilómetros

Salimos tempranito ¡menuda novedad! y nuestra primera visita es para las gargantas del Todra. Cuando estamos a punto de entrar nos sale un guarda uniformado y debidamente acreditado con su cartel colgando del cuello que nos pide dinero por pasar, en concreto 5 dirham por coche para no sé qué sociedad de conservación del lugar, se lo pagamos y accedemos a las gargantas que por más que se conozcan son un espectáculo siempre. Pedro, que es escalador alucina con esas paredes verticales.

Seguimos subiendo y tomamos la pista dirección oeste que nos conducirá al ramal izquierdo que haciendo norte lleva a Agoudal una de las poblaciones más altas del Atlas a mas de 2.300 metros de altitud. Esta pista era muy dura con fuertes inclinaciones laterales y algunos pasos trialeros complicados, y con nieve era súper difícil de acometer, pues bien, ahora es una pista en unas condiciones casi diría que aburridas al menos para la práctica del T/T. La buena noticia es que algunas partes de ese camino ya están reventadas por la climatología tan adversa del lugar, de manera que nos divertimos pasando por oueds que se han llevado la pista por delante.

Más adelante la pista vuelve a ser lo que era y disfrutamos del camino embarrado y pisamos nieve. Durante la subida nos cruzamos con ciclistas incluso con algún tándem. Hay que tener un par de narices muy bien puestas para acometer estas subidas tan descarnadas a lomos de una bici, por no hablar de las bajadas cargados con las alforjas por esos caminos plagados de trampas con forma de pedruscos, algunos cortantes como cuchillas. También nos cruzamos con docenas de muchachas que vienen de lo más alto con sus borriquillos cargados hasta los topes, algunas nos ofrecen fósiles que les compramos, aunque solo sea por ayudar y otras nos piden caramelos y como siempre merece la pena dárselos por esa sonrisa que provoca en ellas tan pequeño regalo. Haciendo cumbre nos cruzamos con dos camiones un Man y dos Unimog. Menos mal que están en un sitio amplio que nos permite pasar, si nos los encontramos en plena subida no sé como hubiésemos solucionado el problema.

Legamos al valle que el 2006 de noche nos creó problemas para encontrar el camino. De día se pasa sin ninguna dificultad. Entre que la pista en parte esta arreglada y que la etapa de hoy eran pocos kilómetros, llegamos al lago Tislit y a su albergue a la hora de comer. Preparamos un fuego en un lugar que nos proporciona la señora del albergue y nos apretamos unos callos con garbanzos. 3,5 kilos de callos y 1,6 kilos de garbanzos para once personas y no sobró ni un triste garbanzo, comemos como si tuviésemos hambre.

Después de la sobremesa tomamos los coches y nos vamos a visitar el segundo lago el Isli, más grande y más espectacular que el primero con un fondo de montañas nevadas, todo un paisaje. Cuenta la leyenda que estos lagos se formaron debido a que una pareja joven de diferentes tribus se enamoraron pero tenían prohibido verse. Ambos murieron de pena y con sus lagrimas crearon los dos lagos: el Isli él y el Tslit Ella.

Volvemos al albergue tranquilamente al atardecer y mientras llega la hora de cenar y al amor de una buena estufa de leña, unos ven fotos y videos del viaje, otros nos jugamos unas partiditas de mus y otros se dedican a fastidiar a la parroquia cambiando todos los equipajes de una habitación a la otra y poniendo muñecas horripilantes en los cabeceros de las camas, en fin que nos echamos unas risas. La cena excelente y los dueños del albergue constantemente preocupados por hacernos la vida lo más agradable posible dentro de sus limitaciones. Volvemos a recomendar este albergue aunque solo sea por todas las atenciones que tienen con los viajeros.

Sale la luna y hacemos unas cuantas fotos, reflejada en la quietud de las aguas del lago queda una imagen de postal.

Lagos Tisli- Algeciras. 647 kilómetros

Esto se acaba señores, sólo nos queda carretera y manta, El Kbab, Kenifra, Rabat y prácticamente todo autovía hasta la frontera. La pasamos en no más de quince minutos y llegamos justos para embarcar en el ferry de las 19,30. Jose dice que el Defe le viene oliendo a «tostao» pero no sabe de dónde le viene el tufo. Mientras esperamos para embarcar descubre que es la batería, está que quema, se sale a chorros y huele a chamusquina. No hay tiempo para más porque estamos embarcando. El ferry esta como no lo había visto nunca, no cabe ni un alfiler todos los asientos ocupados y la gente de pie en los pasillos exteriores.

Llega la hora de desembarcar y el Defe que no arranca. Se está formando un lío importante, la gente quiere salir y se ponen un poco nerviosos. Somos nosotros los que estamos más cerca de Jose de modo que tenemos que acercarnos a él y logramos eslingarle. Damos un tirón que hace que el Toy derrape en la húmeda plancha de hierro del ferry, pero poniendo el contacto Jose ha conseguido arrancarlo. Directamente nos vamos al hotel y con el polímetro en la mano y tras varias consultas telefónicas, Pi, que es de los que entiende cree que es la batería y no es problema del regulador ni del alternador, que hubiese sido más gordo.

Mientras estamos en estas Javi y Luisen se han ido a por unas pizzas que nos tomamos en el parking del hotel. Intentamos poner mi segunda batería pero es demasiado pequeña para el Defe, lo malo es que los chicos de «la perla negra» trabajan el lunes y querían llegar a Madrid a primera hora de la mañana, pero no tendrán más remedio que dormir en el hotel, que por fortuna tiene habitaciones y mañana comprar una batería y partir rumbo a casa.

Algeciras- Madrid. 690 kilómetros

Después de un desayuno de los de campeonato (que buen bufet libre tiene el Reina Cristina) nos despedimos de nuestros compañeros, ya que los Defe tienen que ir a comprar la batería, Luis debe estar en casa lo antes posible y Santiago tres cuartos de lo mismo, de manera que tan solo Alberto y nosotros viajamos juntos. La carretera bien, con poquísimo trafico y tan solo un poco de retención, pero no demasiada, en lo que según la guardia civil es un accidente. Una parada para comer un bocadillo y en casa antes de las 17,30.

Hemos hecho 5.998 kilómetros en once días, unos 1.500 kilómetros más de lo habitual. Hemos recorrido carreteras, autopistas, pistas rápidas, pistas lentas, playas, lagos secos, dunas, pedregales inhumanos, trialeras sin fin, barrizales, zonas nevadas, puertos de montaña y sobre todo hemos recorrido «la nada» del Sahara Occidental. Me pregunto si se puede pedir algo más… si desde luego se puede pedir algo más y es una buena compañía y esa afortunadamente también la hemos tenido.

Como de costumbre ya estamos deseando volver.

Gregorio (escuderos4x4.com)

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